Minina:
Te dejo mi lengua de gato,
esponja rasposa y húmeda,
para que me extrañes
un poquito menos.
Te la puedes untar donde quiera
que tus lágrimas me busquen
y tus poros me suspiren.
No olvides tallarte con ella
todos los rincones y recodos
de tu mojada y jabonosa piel
a la hora del baño.
Póntela en la nuca si te da calor,
seguramente se escurrirá
hasta encontrar la sombra.
Si le da hambre se enroscará
en tus piernas
exigiéndote alimento,
exigiendo lamerte
la sal de la espalda.
Quizás le guste dormir la siesta
en tu regazo
o entre tus pechos;
acaríciala debajo de la punta,
tú sabes bien cómo,
y seguramente te ronroneará.
No sé que más,
estoy seguro que tú encontrarás
otros usos para ella,
yo sólo te dejo mi lengua de gato.
Miaullido.
Posdata:
Durante la noche
debes guardarla entre tus labios
para conservarla humectada.
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