domingo, 12 de abril de 2009

Domingo de Resurrección

Amanecí un poquito menos muerto,
de cara al sol
que me arañaba con sus pestañas afiladas
"ay, le dije, ay, y otra vez, ay
esto debe ser la cruz divina"
y me aparté de la luz del señor
cerrando las cortinas.

Me tumbé
5 minutitos más sobre la cama
y recordé a la dama de anteayer
- mi amor de borracho,
mi coito de anoche-
escondida entre las sábanas.
No se movió
ni siquiera se inmutó cuando dejé
mi beso crudo entre sus nalgas.

Me puse mi cadáver fresco,
pantalón y botas viejas,
y salí a la calle para ver
cómo había cambiado el mundo
en los últimos 3 días.

Pero nada cambió,
nadie notó mi ausencia,
ni mi cuate el voceador
ni el de los tacos de canasta.

Quise contarle al mundo mi verdad,
pero nadie me hizo caso.
No me oyeron en los diarios,
no me abrieron en la tele.
Así que conseguí un megáfono
y me fui a predicar al metro.

Pero sólo conseguí monedas extranjeras
y que me echaran a chingazos
los vendedores en montón.

Recorrí unos cuantos parques,
plazas, kioscos y explanadas;
en el Zócalo y Bellas Artes
les aventé mi sermón.
Pero no escuchaba nadie.

Yo creí ser el zombi más pulcro
de los planes del señor.
¿Cómo iba yo a saber
que el día de mi resurrección
jugaba el América
contra las Chivas?

Me fui a la Iglesia
para reconciliarme con Dios,
pero me dijo el sacristán
que el señor se había mudado
y no dejó su dirección.

Vagando llegué hasta aquí,
arrastrando mi cruz divina
bajo este ojete sol
que me punza en la cabeza
como corona de espinas,
y le enseño mi oración
a los patos de agua pinche
de Canal Nacional
aunque comienzo a sospechar
que no se acercan por fe
y que prefieren los pedazos de pan viejo
antes que la misma comunión.

2 comentarios:

Abel Sentíes (cafechelero) dijo...

Huy ps que pinchisima cruda Moro de verdad muy muy pinche pero los siguientes fines serán mejores

Obal dijo...

(clap)