jueves, 31 de enero de 2008

Amnesia

Amnesia by miauricio



Primero se olvidó de saludar,
pasó de besar mejillas
a mirar gente intermitiendo.
Le parecía que todos
habían estado ahí desde siempre,
la mesa, los hijos, la lámpara...

El tiempo que se ahorraba en el saludo
lo aprovechó para olvidar cosas inútiles
como la tabla del 12,
el valor y significado de pi
la raíz cuadrada de 81,
el número de versos que componen un soneto,
la existencia del punto G,
cómo andar en bicicleta,
el nombre del presidente,
los usos del verbo "tubí",
su RFC, el CURP....

Después olvidó cosas tan importantes
como su programa favorito,
el número de su casa,
la ubicación de la tortillería,
la cantidad de pastillas que tomaba a las 6,
ponerle dos gotas de cloro al agua,
dejar la propina para el güey de la basura
y el nombre del cartero.

Un día olvidó jalar la palanca del baño
y otro dejó la luz del portón encendida.

Cuando perdió sus llaves
y el carnet del hospital
se olvidó de descansar
hasta que no recordó lo que buscaba;
entonces perdió peso,
preocupaciones
y todo cuanto pudo
hasta que supo que todo iba bien.

Un día no recordó el nombre
de los labios que le alisaban la frente
y decidió olvidar los días
las horas, el año,
su edad
y su propio nombre.

Y se olvidó de comer
por buscar las cosas importantes
e imprescindibles:
su pijama,
sus piernas,
su corazón,
su pasaporte,
su alma...

Se olvidó de respirar
y se fue de viaje.

Amnesia fue el último regalo que me dio doña Emma. Siempre previsora, antes de partir reviso tener todo en regla, buscaba su corazón en su bata y boleto en mano se fue de nosotros.

1 comentario:

Nicanor Arenas Bermejo, palabrista dijo...

Encontró el Dao, de eso no hay duda. Precisamente el martes estaba leyendo esta Amnesia, y cuánto me gustaría entregarme a ella, muchas veces. Pero se le hace a uno de atole la sangre, y sigue.

Sin embargo, quien olvida, encuentra.