Serena, Sirena,
ya sabremos salir del pozo.
¿Ves ese punto de luz?
Es el huevo luminoso
donde duermen nuestros sueños.
Seré nado y nadaremos
cuando suba la marea.
Sumérgete en mis brazos
si sientes que te mareas.
Merecemos mucho más
que meros sueños
pero serénate, Sirena,
serenados llegaremos.
Yo
soy
sincero
si te digo
que quiero
contigo subir
hasta el punto de fuga
donde trazamos nuestro sueños.
¿Ya viste que cuando cantas
sube pronto la marea?
Serénate, Sirena,
conserva la esperanza
y nadaremos abrazados
como espermas en pos del cigoto,
ese punto de luz
que se gesta en tu vientre.
Serenada lo verás.
Sirena, se sincera,
se congruente con tus sueños.
La tangente nos aleja
y nada haremos separados.
Somos seres escogidos,
lo saben tus ojos y tus senos
que sueñan con mis hijos.
Suerte y serenidad me faltan,
me falta fortaleza,
me falta la luz de tu voz.
Sin ti ya no se nada.
¿Sin ti hacia dónde nado?
Sirena no te sumerjas,
no me dejes a la deriva.
¿Sin ti a dónde he de llegar?
Se que decir lo tengo todo,
sin ti ¡ay! es decir no tengo nada.
¡Sirena, seré nada sin ti!
¡Sirena!...
Nada...
Nada serenada, sirena...
Nada...
Seré nada...
El 25 de noviembre del 2002 mi mujer me mandó a un lugar llamado La Chingada.
Llevaba varios días actuando muy raro, como si yo le fuera insoportable. Como yo no quería perderla, me dediqué a hacer una serie de payasadas que debí hacer antes de sentirla lejana y ajena, chingo de detalles que no tuve mientras estábamos bien, meras patadas de ahogado, la neta. El último fue llegar a su casa guitarra al hombro (¡sí, GUITARRA!) para cantarle ¿Dónde Pongo lo Hallado? del Silvio, rola que me había estado aprendiendo porque se la quería dedicar el 29 de noviembre durante cierto homenaje al Silvestre. El caso es que el 25 de noviembre llegué con Jezebel (mi lira) pa cantarle a mi Flaka. No me dejó. No me dio ni tiempo de despedirme, es más, ni se enteró para qué llevaba la guitarra.
Me hice el digno, tomé mis cosas y me fui (no sin antes decirle algo muy, pero muy feo que no les pienso platicar).
Con la desesperación escribí Serena y decidí estrenarlo en el mentado homenaje, manke ella no estuviera presente.
Sí estuvo, y también le canté ¿Donde Pongo lo Hallado? ganándome el coraje de los ke sí cantan porque... ya me estoy desviando, esta era una historia triste.
El caso es que el 29 de noviembre quedé de verme para un café con Jorge Casarín y el muy jueputa (bueno, eso no es nuevo) llegó con la Flaka a nuestra cita. Me reservé la mentada, revisé mis mensajes en el celular, se bajaron del coche, lo saludé, la saludé, él se metió por un café y ella me extendió un sobre revelados antes de que yo encendiera un cigarro y después de que me dijera que no podía fumar...
POSITIVO decía el mensaje en el sobre...