Quisiera vivir bajo el reloj de tela
que marca las once cero cuatro de tu cóccix
y chupar el vinagre de esa esponja
si nació para acogerme
y bienvenirme.
Como a mi lengua
que se limpia las papilas
en la tela,
en la esponja,
y se viste de ella
para ser mordidas
por tus labios.
Si desprendo el reloj
sobre tu popa
no será tan sólo
para inhalar tus vapores,
también leería como el ciego
el afeite de tu vello
desvelado.
Con un francés te dilataría
para sumergir la esponja
en tu hueco
hasta empaparla toda
de tu zumo.
Con los dientes y calma
cosecharía de tu interior
esa bolsa de té de ti
y la colgaría sobre tu boca
escurriéndose como reloj de agua.
Después te alimentaría
con la esponja bañada de tu licor
para que lo pruebes
mejor que entre tus dedos
manchados de ganas en soledad.
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