Con tantos tristes en la calle,
melancoholizándose con cerveza oscura,
besos negados y piernas en renta...
Tú te atreves a negarme la entrada a su club…
Llegas,
te instalas en mi sala,
me preparas un sándwich
de jamón con beso y sin mayonesa
y le cambias de canal a la tele
o te pones a bailar salsa frente a mí.
Y yo me quedó con mis ganas de tristear,
sin ver el final de mi película
y sin saber bailar.
Alguien debería explicarte
que yo vivía de mi depresión.
¿Nadie te pasó mi instructivo?
Recuerdo que clarito decía en la página 23:
Para mantenerlo escribiendo, sólo añádale decepción.
Y tú llegaste con tus drogas fuertes,
según para animarme un ratito,
pero me quedé enganchado a tu mercancía.
Estoy seguro de que también decía el manual
algo sobre mi personalidad adictiva.
¿Quién carajos te dio permiso
de volverte mi color favorito?
Ahora sólo me dejas tus vacaciones
para calmar mi necesidad de nostalgia
y debo confesarte que me clavo
extrañando tu voz.
Eres tan egoísta
y yo sólo pienso en ti.
Cinthia Balderas
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